sábado, 23 de mayo de 2015

"Los ojos del hermano eterno"

Stephan Zweig y su inquietante bigote
¿Qué te pasaría a tí, sí, a tí te digo, si comprendieras demasiado tarde que has acabado con la vida de tu hermano sin saberlo? Si supieras a destiempo que eres un Edipo fratricida, ¿cómo reaccionarías? ¿Cómo lo afrontarías? ¿Cómo lo soportarías? ¿Cuál sería tu auto-condenación? ¿Qué pena o castigo te impondrías o cómo conseguirías perdonarte? ¿Qué redención podrías buscar para poder soportar tu propia vida el resto de tus días? ¿Cómo mutilarías tus posibilidades de ser feliz llevando esa carga a tus espaldas? ¿Qué rayo de luz y de esperanza podría iluminar tu camino en adelante? ¿Qué filosofía te dispensaría una mínima posibilidad de entender el porqué de tu acción? ¿Qué más allá te podría abrir una puerta a la redención?
Virata es un héroe que nos ofrece respuestas a todas estas preguntas y a algunas más por la mano de Stephan Zweig, un romántico tan moderno que parece imposible que el siglo XIX pueda convivir con el XX de una manera tan brillante; un experto en la psicología humana, especialmente en la femenina, que desarrolla un prosa con un ritmo envolvente y que potenciando la sensibilidad al máximo nunca se aproxima a la cursilería, pues su fuerza narrativa es tal que jamás cede ni en los momentos en que cualquier otra se licuaría.

Este escritor alemán que parecía francés duerme un sueño eterno y voluntario junto a su amante sobre un tablero de ajedrez que se dibuja en su última casa de alquiler en Petrópolis.




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Mario Cuenca Sandoval

Mario Cuenca Sandoval
Estaré con vosotros para celebrar el próximo Día del Libro.

CINCO AUTORES CON MARIO: BRAM STOKER

Mario Cuenca Sandoval es profesor de Filosofía, poeta y novelista.
En esta sección nos recomienda 5 libros que no deberíamos dejar de leer.

1. BRAM STOKER

Modesto y formal, humilde servidor de otro hombre, ensombrecido por la capa de Drácula.

El irlandés Bram Stoker (1847-1912) es uno de esos autores cuyas criaturas han llegado a ser más célebres que su creador. Drácula, uno de los personajes de ficción que más adaptaciones y actualizaciones ha experimentado, fue moldeado a partir de la leyenda de Vlad Tepes, es decir, Vlad el Empalador, un sanguinario gobernante rumano que se enfrentó a los turcos, combinada con la figura y atuendo del esquelético compositor Franz Listz.

A Stoker le tocó vivir también a la sombra de una celebridad de su tiempo hoy olvidada: Henry Irving, el actor más importante de la era victoriana, director del teatro del Liceo de Londres. Como secretario personal de Irving, las tareas administrativas de Bram Stoker (llevar las cuentas del teatro, organizar las giras de su jefe, responder la correspondencia...) apenas le dejaban tiempo para escribir. De hecho, trabajó en su Drácula durante las vacaciones, a lo largo de siete años, hasta que en 1894 se retiró a un pueblo costero para rematar la novela.

Incluso en la construcción de su más célebre novela, Stoker lució los modales de un secretario: la obra es la recopilación de una serie de cartas, telegramas, noticias de prensa, todas ellas falsas, desde luego, como si el autor se hubiera tomado la molestia de reunir la documentación existente sobre la tenebrosa anécdota de la novela: el conde Drácula decide trasladarse a Londres (recuérdese: el remilgado Londres victoriano), donde el bullicio y la sangre joven corren a sus anchas.

Stoker pidió a Irving que interpretara el papel de Drácula en el montaje teatral sobre su relato que él mismo dirigió y estrenó antes del lanzamiento de la novela. Este constituyó un sonoro fracaso. Y, de hecho, jamás volvió a representarse.

En su tiempo, Drácula provocó división de opiniones. Algunos críticos la calificaron de insufrible y otros consideraron que sus excelencias eran tantas que resultaba imposible que hubiera sido escrita por Bram Stoker, habida cuenta de su exigua trayectoria literaria. Otros la ningunearon por su adscripción a un género considerado menor por los más estirados. Aquellos sobre quienes pese semejante prejuicio deberían animarse a comprobar que Drácula es una de las mejores novelas del siglo xix. En los planes de estudio de nuestros institutos, Flaubert o Dostoievski resultan (merecidamente) ineludibles, pero se suele echar en falta a Bram Stoker, quien, a juicio de Oscar Wilde, fue autor de “la novela más hermosa jamás escrita”.

Pero incluso la muerte del desdichado Stoker fue ensombrecida por otros acontecimientos, pues coincidió con la tragedia del Titanic y apenas apareció en unos pocos obituarios de prensa.

BRAM STOKER

BRAM STOKER
Por Lorenzo Marqués

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