lunes, 29 de febrero de 2016

¡Qué pena no leer!

La revista estaba abierta por sus últimas páginas. El título del artículo parecía hablar de atletas, de héroes o de grandes personajes con afanes de superación. Pero no. Recorriendo sus líneas pude percibir otras ideas y vislumbrar este par de imágenes:



sábado, 20 de febrero de 2016

El significado de Eco

A la elocuente ninfa llamada Eco la castigó Juno, por haber atendido a las solicitudes de Júpiter, con repetir sólo la última palabra de aquél que se la dirigiera. La triste ninfa, enamorada del hermoso pastor Narciso, sólo acertaba a devolverle sus últimos vocablos y éste, cansado de los remedos de la muchacha, la despreció hasta tal punto que ella se consumió entre las peñas, transformándose en mera reverberación sonora de los que por allí pasaban.
También ha consumido su tiempo entre nosotros el magnífico Umberto Eco, dejándonos igualmente un efecto sonoro en la Historia Contemporánea de las Letras, pues en todos nosotros resuena constantemente El nombre de la rosa. Se ha ido, pero volverá insistentemente como vuelve El péndulo de Foucault en su ir y venir eterno atado al eje de la bóveda celeste de la sabiduría. Una vez alguien le preguntó, apabullado ante su biblioteca, si había leído todos aquellos libros, a lo que él respondió: 'Sí, pero sólo una vez'. Ahora habrá llegado sin brújula ni timón a La isla del día de antes. Distinguió perfectamente entre la Belleza y la Fealdad. Hace poco, unos años, mi tiempo es diferente del vuestro me desdoblé para leer El cementerio de Praga: seguro que Umberto recibirá honores funerarios propios de un hombre de su calidad, pues no sólo conocía los signos sino también sus significados. Lo hemos dejado ir sin el Nobel, no somos perfectos.

lunes, 8 de febrero de 2016

THE WALL

Al fondo, a la derecha de la magnífica entrada cristalina y pura de nuestro centro, sobre el muro de cierre que nos abrió a la ampliación y mejora, la frontera que une nuestro pasado y nuestro futuro, se alza el opus magnum de D. Lorenzo Marqués Muñoz-Repiso. La importancia de este mural, o mosaico como le llaman algunos, no estriba en su magnifica factura, ni en el trazo limpio y definido de sus detalles, tampoco en la belleza de la propuesta de un mapamundi que simboliza a nuestro Inca Garcilaso como eslabón que une el viejo y el nuevo mundo; no voy a insistir tampoco en la labor inmensa que durante estos últimos años el autor ha llevado a cabo, de una manera callada y discreta, para decorar el casi centenar de piezas cerámicas, con la técnica depurada y el tesón que caracteriza a nuestro compañero; ni siquiera quiero recordar con qué mimo al par que autodisciplina lo he contemplado apurar la tarde trazando la cuerda seca, aplicando los esmaltes calibrados sutilmente, o vigilando el horno para que la cocción fuera perfecta. Todo eso se da por supuesto: son hechos contrastados e irrefutables. Lo que no tiene precio, sin duda alguna, es que todo este proceso, esta metódica elaboración, este esfuerzo casi titánico y esta concentración oriental que complementa perfectamente a la tecnología occidental, es el reflejo de su alma y el culmen de su dedicación a la enseñanza y esto lo pude casi saborear no sólo en los discursos honoríficos de los próceres invitados al acto de la inauguración, sino, sobre todo, en la presencia de los amigos y compañeros que acompañaron a D. Lorenzo en los momentos posteriores, algunos de los cuales pueden buscarse y encontrarse como si fueran 'willies'.

LITERATURA: INSTRUCCIONES DE USO

Si, por cualquier razón, ya sea propiamente consustancial, ya totalmente ajena al mundo de los libros, os llama la atención esta fotografía, os recomiendo este enlace:
http://cultura.elpais.com/cultura/2016/02/03/actualidad/1454497660_313853.html


Mario Cuenca Sandoval

Mario Cuenca Sandoval
Estaré con vosotros para celebrar el próximo Día del Libro.

CINCO AUTORES CON MARIO: BRAM STOKER

Mario Cuenca Sandoval es profesor de Filosofía, poeta y novelista.
En esta sección nos recomienda 5 libros que no deberíamos dejar de leer.

1. BRAM STOKER

Modesto y formal, humilde servidor de otro hombre, ensombrecido por la capa de Drácula.

El irlandés Bram Stoker (1847-1912) es uno de esos autores cuyas criaturas han llegado a ser más célebres que su creador. Drácula, uno de los personajes de ficción que más adaptaciones y actualizaciones ha experimentado, fue moldeado a partir de la leyenda de Vlad Tepes, es decir, Vlad el Empalador, un sanguinario gobernante rumano que se enfrentó a los turcos, combinada con la figura y atuendo del esquelético compositor Franz Listz.

A Stoker le tocó vivir también a la sombra de una celebridad de su tiempo hoy olvidada: Henry Irving, el actor más importante de la era victoriana, director del teatro del Liceo de Londres. Como secretario personal de Irving, las tareas administrativas de Bram Stoker (llevar las cuentas del teatro, organizar las giras de su jefe, responder la correspondencia...) apenas le dejaban tiempo para escribir. De hecho, trabajó en su Drácula durante las vacaciones, a lo largo de siete años, hasta que en 1894 se retiró a un pueblo costero para rematar la novela.

Incluso en la construcción de su más célebre novela, Stoker lució los modales de un secretario: la obra es la recopilación de una serie de cartas, telegramas, noticias de prensa, todas ellas falsas, desde luego, como si el autor se hubiera tomado la molestia de reunir la documentación existente sobre la tenebrosa anécdota de la novela: el conde Drácula decide trasladarse a Londres (recuérdese: el remilgado Londres victoriano), donde el bullicio y la sangre joven corren a sus anchas.

Stoker pidió a Irving que interpretara el papel de Drácula en el montaje teatral sobre su relato que él mismo dirigió y estrenó antes del lanzamiento de la novela. Este constituyó un sonoro fracaso. Y, de hecho, jamás volvió a representarse.

En su tiempo, Drácula provocó división de opiniones. Algunos críticos la calificaron de insufrible y otros consideraron que sus excelencias eran tantas que resultaba imposible que hubiera sido escrita por Bram Stoker, habida cuenta de su exigua trayectoria literaria. Otros la ningunearon por su adscripción a un género considerado menor por los más estirados. Aquellos sobre quienes pese semejante prejuicio deberían animarse a comprobar que Drácula es una de las mejores novelas del siglo xix. En los planes de estudio de nuestros institutos, Flaubert o Dostoievski resultan (merecidamente) ineludibles, pero se suele echar en falta a Bram Stoker, quien, a juicio de Oscar Wilde, fue autor de “la novela más hermosa jamás escrita”.

Pero incluso la muerte del desdichado Stoker fue ensombrecida por otros acontecimientos, pues coincidió con la tragedia del Titanic y apenas apareció en unos pocos obituarios de prensa.

BRAM STOKER

BRAM STOKER
Por Lorenzo Marqués

CDU

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