De una manera u otra, lo tengo entretenido buscándome, pues lo solicito, sin que él lo advierta, a través de Sir A., al que poco a poco vais conociendo.
Me he acordado de él, si es que es memoria lo que me va quedando, porque ayer o antes de ayer (no tengo horologio que mida el tiempo ni clepsidra que inquiete mi ataraxia) advertí sobre el suelo de la sala un pliego del periódico (suele vendérselo los domingos a Sir A.) que se había separado, por mano del destino, del resto de sus desencuadernadas planas, y en ella me fijé en un nombre propio que me devolvió nostálgico a mi época y a aquel genio de las letras que ahora todos ensalzáis (bueno, no todos) y pocos leéis, con el que comparto cierto honor a modo de aniversario: 'Del Quijote a la hamburguesa', rezaba el título del artículo, en tanto que el copete hablaba de 'retrato de la realidad' y 'reconversión para el futuro'. Nunca he degustado una hamburguesa, apenas he llegado a olfatearla, si es que estas asociaciones de ideas y sensaciones sutilísimas pueden llegar a sustituir al olfato, alguna vez que otra, cuando los vecinos de la calle de al lado, que lleva nombre de mi gran patria chica, les da por imitar en casa a lo que dicen que es un emporio de algo llamado 'comida rápida o basura'.
Como me veo imposibilitado de entender qué tiene que ver aquel personaje literario con esta forma de alimentación tan curiosa, os recomiendo el siguiente artículo.