domingo, 22 de marzo de 2015

Polling day

Hoy es día de elecciones. El primero de una larga serie para este año. Cuando acabe el 2015 podría haberse producido una renovación total del sistema parlamentario estatal, autonómico y municipal, o podríamos seguir igual. Incluso habiendo realizado el citado cambio, podríamos seguir igual: cambiarlo todo para no cambiar nada.
Los griegos (los atenienses para ser más exactos) inventaron la democracia, una democracia con muchas restricciones, pues se trataba de una sociedad esclavista y patriarcal. Podríamos pensar que nuestras democracias actuales son muchísimo más avanzadas y tendríamos en parte razón, pero ya sabéis que hay muchas voces que critican nuestro sistema por convivir con una monarquía anacrónica y con una plutocracia rampante que no hace distingo de himnos, banderas, fronteras, ideologías, religiones ni culturas, porque el dinero, el DINERO con mayúsculas, no los tiene.
También los romanos vivieron durante cinco siglos bajo el título de república, la res publica, la cosa del pueblo, y no por ello dejaron de detentar básicamente el poder aquellos patricios, aquella nobleza de sangre devenida de las antiguas familias de los fundadores legendarios de Roma bajo los auspicios de un tal Rómulo; tampoco las siglas SPQR les impidió convertirse en un Imperio con métodos de injerencia internacional que todavía en pleno siglo XXI intentan emular los U.S.A.: hace 2.000 años los capitalistas romanos mercadeaban con vino, aceite, cereales y garum, hoy nos rodean las hamburguesas y los refrescos de cola, la ropa deportiva que nos muestra como verdaderos payasos a nuestros conciudadanos y los distintos aparatos de tecnología punta que sólo sirven para quedarse anticuados antes incluso de quedar inservibles por su diseño de corta duración.
Pero no por eso dejamos de votar a unos representantes (no todos espero) que nos engañan y nos roban, que incumplen sistemáticamente las propuestas de sus programas y que defienden con una dignidad digna de risa todos sus propios errores y chanchullos, mas no los ajenos. Y, aunque llevo toda esta entrada invitándome a mi mismo a no ser pesimista ni aguafiestas, ya veis que me cuesta mucho cumplir esa intención... tanto como a los políticos sus promesas electorales.

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Mario Cuenca Sandoval

Mario Cuenca Sandoval
Estaré con vosotros para celebrar el próximo Día del Libro.

CINCO AUTORES CON MARIO: BRAM STOKER

Mario Cuenca Sandoval es profesor de Filosofía, poeta y novelista.
En esta sección nos recomienda 5 libros que no deberíamos dejar de leer.

1. BRAM STOKER

Modesto y formal, humilde servidor de otro hombre, ensombrecido por la capa de Drácula.

El irlandés Bram Stoker (1847-1912) es uno de esos autores cuyas criaturas han llegado a ser más célebres que su creador. Drácula, uno de los personajes de ficción que más adaptaciones y actualizaciones ha experimentado, fue moldeado a partir de la leyenda de Vlad Tepes, es decir, Vlad el Empalador, un sanguinario gobernante rumano que se enfrentó a los turcos, combinada con la figura y atuendo del esquelético compositor Franz Listz.

A Stoker le tocó vivir también a la sombra de una celebridad de su tiempo hoy olvidada: Henry Irving, el actor más importante de la era victoriana, director del teatro del Liceo de Londres. Como secretario personal de Irving, las tareas administrativas de Bram Stoker (llevar las cuentas del teatro, organizar las giras de su jefe, responder la correspondencia...) apenas le dejaban tiempo para escribir. De hecho, trabajó en su Drácula durante las vacaciones, a lo largo de siete años, hasta que en 1894 se retiró a un pueblo costero para rematar la novela.

Incluso en la construcción de su más célebre novela, Stoker lució los modales de un secretario: la obra es la recopilación de una serie de cartas, telegramas, noticias de prensa, todas ellas falsas, desde luego, como si el autor se hubiera tomado la molestia de reunir la documentación existente sobre la tenebrosa anécdota de la novela: el conde Drácula decide trasladarse a Londres (recuérdese: el remilgado Londres victoriano), donde el bullicio y la sangre joven corren a sus anchas.

Stoker pidió a Irving que interpretara el papel de Drácula en el montaje teatral sobre su relato que él mismo dirigió y estrenó antes del lanzamiento de la novela. Este constituyó un sonoro fracaso. Y, de hecho, jamás volvió a representarse.

En su tiempo, Drácula provocó división de opiniones. Algunos críticos la calificaron de insufrible y otros consideraron que sus excelencias eran tantas que resultaba imposible que hubiera sido escrita por Bram Stoker, habida cuenta de su exigua trayectoria literaria. Otros la ningunearon por su adscripción a un género considerado menor por los más estirados. Aquellos sobre quienes pese semejante prejuicio deberían animarse a comprobar que Drácula es una de las mejores novelas del siglo xix. En los planes de estudio de nuestros institutos, Flaubert o Dostoievski resultan (merecidamente) ineludibles, pero se suele echar en falta a Bram Stoker, quien, a juicio de Oscar Wilde, fue autor de “la novela más hermosa jamás escrita”.

Pero incluso la muerte del desdichado Stoker fue ensombrecida por otros acontecimientos, pues coincidió con la tragedia del Titanic y apenas apareció en unos pocos obituarios de prensa.

BRAM STOKER

BRAM STOKER
Por Lorenzo Marqués

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